RENDIMIENTO ACADÉMICO
El estudio del rendimiento escolar se ha asociado
al de igualdad y equidad de oportunidades educativas y sociales, ya que
durante mucho tiempo se pensó que la escuela debería ser el instrumento
mediante el cual la sociedad brindara mejoras y similares oportunidades a
sus miembros para escalar la jerarquía social. Sin embargo, el
rendimiento escolar no depende exclusivamente de las capacidades
individuales, sino más bien está determinado por una serie de factores
extraescolares, especialmente de origen social.
El rendimiento escolar se puede concebir como
el grado de conocimientos que posee un estudiante de un determinado
nivel educativo en una escuela. La institución educativa expresa ese
grado cognitivo en la calificación escolar, la cual le es asignada al
alumno por el profesor. Las diferencias de rendimiento entre los
individuos son expresadas en una escala, en su mayoría numérica, cuyos
extremos indican el más alto y el más bajo rendimiento. El rendimiento
escolar es un nivel de conocimientos demostrado en un área o materia,
comparado con la norma de edad y nivel académico. Los procesos de
evaluación no proveen por sí mismos todas las pautas necesarias para
mejorar la calidad educativa. Es necesario considerar también la
influencia de los condiscípulos, el aula o el contexto educativo.
Aunque se están haciendo esfuerzos para retener en
el sistema a la población, siguen utilizándose las metodologías y
prácticas docentes homogéneas, a pesar de que los alumnos tienen
diferente procedencia, antecedentes y sus respectivas capacidades y
posibilidades de aprender. Así es imposible que el sistema escolar
mejore en aprovechamiento y retención.
Para explicar las deficiencias y fracaso del
sistema educativo es común señalar la falta de capacidad e interés del
alumnado, la irresponsabilidad y deficiente formación académica de los
maestros, los métodos de enseñanza y las estructuras obsoletas.
La escuela es una institución que sistemáticamente,
presentando datos, imágenes, escritos y procedimientos, intenta aportar
conocimiento, moralidad, saberes, prácticas técnicas y habilidades, a
un grupo de personas. Conviene explorar la forma como se perciben las
personas implicadas en la escuela y el significado que atribuyen a sus
propias acciones en ésta. La escuela es una agente de socialización y de
selección social. Las instituciones educativas están concebidas para
alcanzar tanto fines sociales como fines individuales. La familia
sienta las premisas educativas a través de la socialización primaria,
que después la escuela desarrollará. La estructura interna del sistema
escolar puede modificar la calidad de la influencia con el aporte del
profesorado, programas y recursos didácticos. La escuela es una
institución con objetivos y personal idóneos, una tecnología explícita y
relaciones formales. La educación es asegurada por el Estado, como un
medio para formar al ciudadano y para garantizar la conformidad de su
comportamiento a la colectividad. Aunque orientado hacia la
conservación, el sistema escolar, tiene alguna autonomía. La escuela
transmite el conocimiento e inculca en el alumno la ideología de la
clase dominante. La escuela es la primera experiencia de control social
externa a la familia que el individuo encuentra. La función adaptativa
de la escuela forma individuos insertables en la organización social.
La escuela refleja la compleja realidad cultural de
un tiempo determinado. La función primordial de la escuela es mostrar
al individuo lo que la sociedad espera de él. El Estado utiliza a la
educación como medio de transmitir la ideología. El maestro selecciona a
los alumnos. El nivel de apreciación que el maestro haga del alumno
contribuye a desarrollar en él, habilidades de auto-valorización o
auto-desvalorización. El entorno abarca comunidad y sociedad, el medio
social interviene en el rendimiento escolar ya que el alumno pertenece a
diferentes estratos sociales, económicos, y culturales. Las
instituciones educativas le ayudan al Estado a obtener control social en
una sociedad desigual. Durkheim y Parsons decían que la educación tiene
la misión de transmitir el conjunto de representaciones sociales de una
generación a la siguiente y constituir en los individuos, egoístas por
naturaleza una personalidad social orientada hacia el bien, la libertad y
el deber.
La escuela brinda al estudiante la oportunidad de
adquirir técnicas, conocimientos, actitudes y hábitos para el máximo
aprovechamiento de sus capacidades y contribuye a neutralizar los
efectos nocivos de un ambiente familiar y social desfavorables.
El neoliberalismo exige profesionales calificados,
así, quienes presentan desde la escuela problemas de rendimiento
escolar, están perfilándose para ocupar trabajos menos calificados y de
menor prestigio social, así como de baja remuneración.
El alumno sólo es considerado como un sujeto a ser
formado intelectualmente por el entorno educativo sin considerar sus
necesidades y limitaciones. Una vez dentro de la escuela deberá
demostrar su aptitud hacia el trabajo y el profesor lo “calificará“,
según cumpla tareas y se adapte a la dinámica constante, competitiva y
selectiva que la escuela impone.
Es reprobado el alumnado que no logra obtener una
calificación o un puntaje mínimo aprobatorio que le permita evidenciar
dominio del conocimiento académico.
Se dice que deserta el alumno que se retira de la institución.
La definición de rezago intenta evitar la
connotación negativa de atraso y retraso, y se refiere al alumno que se
queda al margen respecto a su generación.
Eficiencia terminal es la relación cuantitativa entre los alumnos que ingresan y los que egresan.
La clase social, el estatus socio–económico, y el
contexto ambiental se vinculan al fracaso escolar de ciertos sujetos, un
resultado disfuncional del sistema educativo, que impacta en la
personalidad del alumno. El bajo rendimiento escolar constituye un
fenómeno calificado y definido culturalmente en un momento histórico
concreto y determinado. El marco sociocultural y la escuela son los
agentes que definen el rendimiento, éste no existiría sin un contexto
cultural normalizador y en un marco institucional que lo genera,
califica y certifica.
En un contexto escolar, saturado de
intelectualismo, hay cierta tendencia a asociar el fracaso con
deficiencias en el rendimiento académico–cognitivo de los individuos.
La familia que ocupa un determinado estatus socio
económico-cultural, y que pertenece a un medio ambiente concreto,
ciudad, pueblo, barrio, etc., constituye un contexto extra-escolar,
donde pertenece el alumno, y cuya influencia sobre su éxito o fracaso
debe valorarse. Las ausencias o posesión de un diploma, los estudios de
los progenitores, la actividad laboral de padre y madre, están ligadas
al nivel de resultados del estudiante. La categoría ocupacional del
jefe de familia, la categoría de ingreso así como las condiciones
materiales de vida se toman como indicadores de la dimensión económica
del origen social. Es importante el conjunto de pautas culturales que se
proporciona al niño dentro del hogar. Para lograr asimilar los
elementos culturales transmitidos por la escuela, se requiere contar con
los instrumentos intelectuales y morales (valores y actitudes) de
adquisición previa a la escuela que las familias con bajo nivel cultural
no están en condiciones de otorgar a sus hijos. La riqueza
sociocultural del contexto (correlacionada con el nivel socioeconómico)
mejora el desempeño escolar de los estudiantes.
Mientras un estudiante espera ser reconocido por su
capacidad, en el salón de clases se reconoce su esfuerzo. Decir que se
hizo gran esfuerzo implica poseer poca habilidad, lo que genera un
sentimiento de humillación. Si se piensa que se fracasará escolarmente
se está propenso a fracasar y se fracasará tarde o temprano, lo que
recuerda el `efecto Pigmalión, es decir, una profecía de fracaso escolar
autocumplida. Las expectativas de familia, docentes y los mismos
alumnos con relación a los logros en el aprendizaje ponen al descubierto
prejuicios, actitudes y conductas que pueden resultar beneficiosos o
desventajosos en la tarea escolar y sus resultados. El rendimiento de
los alumnos es mejor, cuando los maestros manifiestan que el nivel de
desempeño y de comportamientos escolares del grupo es adecuado.
La inteligencia humana es un constructo utilizado
para estimar, explicar o evaluar algunas diferencias en desempeño
académico, modos de interrelación, proyectos de vida, talentos,
calificaciones, resultados de test cognitivos, etc.
De acuerdo con la perspectiva conductual, una
comprensión de la motivación del estudiante comienza con un análisis
cuidadoso de los incentivos y recompensas en la clase.
La perspectiva humanista enfatiza fuentes
intrínsecas de motivación como las necesidades que la persona tiene de
“autorealización” (Maslow), la “tendencia de actualización” innata
(Rogers y Freiberg), o la necesidad de “autodeterminación”.
Bandura, en su teoría cognoscitiva social, refiere
que la motivación se considera como el producto de la expectativa del
individuo de lograr una meta y el valor de esa meta para él mismo.
Tienen valor predictivo las atribuciones que hacen
las personas sobre sí mismas y sobre los demás respecto a la
inteligencia. La inteligencia emocional es una forma de interactuar que
considera los sentimientos, el autocontrol, la autoconciencia, la
motivación, el entusiasmo, la perseverancia, la empatía, etc. Estos
configuran rasgos de carácter como la autodisciplina, la compasión o el
altruismo, indispensables para la adaptación social. Deben considerarse
las habilidades sociales para el éxito académico. Según algunos
investigadores el mejor predictor infantil de la adaptación adulta es la
habilidad social. En las instituciones educativas se realizan exámenes
de ingreso de carácter cognitivo, considerándolos factores predictivos
del futuro rendimiento académico de sus aspirantes, olvidando evaluar
sus habilidades sociales.
Si las normas son flexibles y adaptables, son más
aceptadas, contribuyen a la socialización, a la autodeterminación y a la
responsabilidad por parte del estudiante, favoreciendo la convivencia
escolar y el desarrollo de la personalidad; por el contrario si éstas
son rígidas, repercuten negativamente, generando rebeldía,
inconformidad, inferioridad.
En los niveles educativos medio y medio superior
los estudiantes reflejan carencias en su formación y manifiestan
dificultades académicas. Contrariamente a la tendencia tradicional de
explicar el rezago educativo por la pobreza y gobiernos desinteresados
en la educación, las acciones buscan mejorar los factores
intraescolares, para ello, han diseñado programas que comprenden
materiales y textos escolares, capacitación y estímulos para los
docentes, infraestructura, fortalecimiento institucional, compromiso de
la comunidad con el proceso educativo y canalización de apoyos
destinados a las familias. Pero, por otra parte, el crecimiento de la
escolaridad y sus mejoras no ha producido un cambio de la estructura de
oportunidades, pues la clase superior establece nuevos niveles de
titulación profesional, por encima de los que ha puesto al alcance de
los las clases menos favorecidas.